jueves, 19 de julio de 2007

Ostra

Gracias, ostra, reina oscura,
boca del alma, cárcel de originarias sílabas.
Me sujetaste por el tiempo necesario.
Ni minuto más ni segundo menos:

¡ahora me vomitas, te abres y me brotas,
harta de mí, envenenada, herida!
pero fuímos dulcemente cómplices
en la primitiva desfloración del nácar.

Me redimiste, al fin, con cédulas de fuego
y perlas de apocalípsis, me hijificaste.

Gracias otra vez, escondrijo del Dasein,
ombligo infernal, huevo cósmico,
salvoconducto del fondo de pralaya...

*